Trastorno por déficit de atención/hiperactividad, información y ayuda que puede aportar el tratamiento psicológico al niño y la familia
Los trastornos por déficit de atención / hiperactividad (TDAH) vienen definidos por la presencia de tres síntomas fundamentales. Éstos son disminución de la atención, impulsividad y/o hiperactividad, que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo. Este trastorno comprende un déficit en la inhibición de la conducta, en la atención sostenida y la resistencia a la distracción, y en la regulación del nivel de actividad de acuerdo a las demandas de la situación (hiperactividad o inquietud). En como afecta por sexos, suele darse en el doble de niños que de niñas, con una relación de 2:1 y de 1,6:1 en adultos. El sexo femenino tiene una tendencia más alta que el masculino a presentar principalmente rasgos de inatención.
El papel de los padres resulta imprescindible para la recuperación del niño hiperactivo. Ellos representan la fuente de seguridad, los modelos a seguir, el reflejo mismo del que los hijos sienten que son la base fundamental sobre la que construyen su propia escala de valores y el concepto de disciplina y autoridad. Las dificultades que presentan los niños con TDAH aumentarán o disminuirán en relación con las características del ambiente familiar; responden mejor en un ambiente estructurado y predecible, en el que las reglas y expectativas sean claras y consistentes y las consecuencias se establezcan previamente y se cumplan inmediatamente.
Para que cambie el niño, es necesario cambiar el ambiente, incluyendo nuestras acciones y reacciones. Hay que tener en cuenta que el manejo de la conducta es una destreza que requiere práctica y paciencia. Algunas de las pautas que serían muy adecuados que la familia siguiera serían:
- Establecer normas claras y bien definidas.
- Plantear exigencias adaptadas a la medida de sus posibilidades.
- Favorecer un ambiente ordenado, estructurado, organizado, sereno, relajante y cálido. Facilitar al niño una situación de máxima estructura y organización en el hogar. Esto implica mantener constante el horario y evitar, en medida de lo posible, una estimulación excesiva. Un ambiente desorganizado convierte poco a poco en el niño hiperactivo en un niño histérico, por su tendencia a responder impulsivamente a los estímulos de su entorno. Es muy conveniente asignarle un lugar tranquilo para trabajar o jugar.
- Reconocer el esfuerzo realizado por el niño. Observar las buenas conductas y habilidades del niño, elogiarle y reforzarlas: un abrazo, comentarios o manifestaciones de agrado. En general, el refuerzo debe realizarse cuando el niño ha hecho algo que merezca un reconocimiento: un buen comportamiento, un buen trabajo, un pequeño avance con respecto a un problema, un esfuerzo… Evitar la sobreprotección y la permisividad. Cuando sea necesario dirigirse al niño por un comportamiento disruptivo, se actuará con firmeza, pero sin perder la serenidad ni la calma; en caso contrario, se le estará prestando atención en un momento inadecuado.
- Favorecer su autonomía.
- Ayudarle a interpretar las conductas de los demás y la suya propia, hacerle ver y reflexionar sobre qué otra actuación podría haber sido adecuada y finalmente ayudarle a definir el problema.
- Crear buenos hábitos de estudio.
- Ser modelo de conductas reflexivas y meditadas.
- Reforzar su autoestima. Aumentar la confianza del niño en sí mismo y su autoestima. Para ello es necesario reconocer su esfuerzo, interés y concentración; estimularle destacando los aspectos positivos de sus ejecuciones; ayudarle a reflexionar sobre su conducta para que pueda detectar sus errores.
- Dar órdenes claras, precisas y estables.
- Dar refuerzos inmediatos.
- Usar antes la recompensa que el castigo.
- Aceptar al niño tal como es, con sus posibilidades y limitaciones, sin generar expectativas inadecuadas.
- Comentar tranquilo • lamento con el niño sus fallos y tratar que comprenda que es necesario pensar siempre antes de actuar.
- Corregir los errores, evitando comentarios negativos y tratando de que descubra y genere posibles alternativas de actuación.
Muchas veces estas normas generales son de difícil aplicación por parte de los padres, ya que aparecen dudas nerviosismo y falta de paciencia. Interpretan que el niño es perezoso, que hay una falta de cooperación y que hay una dedicación insuficiente o variable en las tareas que requieren un esfuerzo sostenido. Todo esto provoca discordia en las relaciones familiares e interacciones negativas. En el niño con TDAH le provoca dificultades en la relación con los compañeros y la familia, afecta el área académica y en el adulto la laboral y las personas con TDAH suelen tener un mayor número de accidentes.
Los niños con TDAH presentan alteraciones más o menos graves (según el caos) en los que suele haber cierta dificultad de gestionar por parte de los padres. No dude en consultar con nosotros si hay problemas en la familia o con el niño o la niña con TDAH. Les proporcionaremos recursos a sus problemas o dificultades concretos y les ayudaremos a cumplir sus objetivos.
Miquel Colomer Ortega
Director de Biospais.
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